sábado, 7 de noviembre de 2015

#ExperienciasSensoriales

Capítulo 2


#ExperienciasSensoriales


Al terminar esta corta historia de situaciones inesperadas, me apague más a Estefany y salimos de manera más recurrente. Factor importante en esa etapa era Juan Carlos ya que no congeniábamos demasiado después de lo que pasamos, y ella conservaba el vínculo con él, por lo que me mantenía al límite entre ambos para evitar problemas entre cualquiera de los tres. El destino nos sorprendió cuando él se cambió de preparatoria y se alejó de nosotros, por lo que nos unimos más.
Todo se desarrolló cuando la invite a un bar en donde encontrábamos alcohol a pesar de nuestros 17 años, eran momentos mágicos las primeras cervezas de manera ilegal rogando porque no nos solicitarán identificación, cuando a la menor cantidad de bebidas de cebada terminábamos con altos grados de ebriedad. Eran divertidas esas ganas repentinas de reír sin explicación y sentirse tan bien de forma inesperada que no podía decir que no a ellas en cada oportunidad que tuve de experimentarlas.
El alcohol sin duda hace muchas cosas más llevaderas y abre puertas muy grandes entre las personas cuando cada uno borra límites y destruye barreras exponiéndose tal y como es, esperando obtener simplemente un buen par de oídos que sean capaces de digerir palabras que expresan filosofía, razonamiento abstracto y sobre todo llanto cuando las cosas no van como las esperábamos.
Así fue como cerveza, tequila, vodka y yo nos conocimos. Nos tomamos de las manos en momentos llenos de alegría en los que pasábamos noches y noches acompañados claro de la mejor música electrónica en los lugares más “trendy” del momento (“Nice” para mis tiempos), con las mejores amistades, comenzando a abrir una puerta que nunca me imaginé que estaría llena de tantas sorpresas.  
Aquel primer día dentro de un antro, no fue tan perfecto, y mucho menos fue exitoso, ni si quiera cumplió un poco con las expectativas que esperaba al respecto. Recuerdo que era Diciembre y le comente a mi madre la posibilidad de que me permitiera salir con mi amiga que ella ya conocía a uno de estos lugares extraños e inhóspitos para mí. A mis 16 años ella accedió condicionándome la visita como mi regalo de navidad de ese año.
Inmediatamente mis ojos brillaron de emoción y felicidad por que ella había dado el sí sin reproches, barreras o más comentarios al respecto siendo solo uno el que recibí y el más importante “si a tus 16 años te dejan entrar por mi puedes ir no tengo problema”.
Ese instante derrumbo todo lo creado en mi mente ya que comencé a generar ideas sobre cómo sería posible ingresar sin identificación. Más rápido que un hielo derritiéndose en una bebida en medio de un antro lleno en la mano de alguien que baila sin detenerse a las 12am, comente todo con Estefany e ideamos un plan al cual mi mejor amigo de la primaria se adhirió por voluntad propia el cual llamamos “pues vamos y si no entramos vemos que hacemos”. #GrandesIdeas
Nos dirigimos al lugar de moda de la ciudad Angels Club ubicado en la zona epicentro de vida nocturna en Guadalajara y llegamos preparados para todo. Hábiles cual gacelas, perceptivos cual lechuzas y sabios como búhos cazamos el momento ideal, ese instante cuando “el de la entrada” que ahora se conoce como “cadenero” se movía de su puesto.
Entonces se dio el momento en que el ingreso estaba libre sin nadie custodiándolo y como todos unos amigos ejemplares enviamos al más inocente como carnada, ese fue Cristóbal mi amigo de la primaria que mencionaba con anterioridad. Mientras tanto nosotros esperamos escondidos detrás de los matorrales y los autos para que “no nos ubicaran”. Casi era seguro su fracaso, pero fue portentosa la sorpresa cuando descubrimos que logro el ingreso y traía ese preciado sello en su muñeca que le permitía entrar y salir del lugar a su deseo.
Ni tardos, ni perezosos corrimos a pagar “el cover” y a que nos colocaran de igual manera el sello, operación la cual resulto exitosa y pudimos pasar. En ese momento me sentí realizado, vi como las luces se movían de un lado a otro, el sonido de la música, todos bailaban de forma genial y sentía que había sido algo inimaginable.
Nunca sospeche que años después esos tumultos me parecerían espantosos y que las gotitas de agua que me caían no eran precisamente agua, al igual que la gente se categorizaba en diversos estándares de acuerdo a su posición social, forma de bailar, físico, forma de besar, de tener sexo, por la manera en que olían, por la forma en que hablaban, por lo que tomaban, gracias al transporte en el que llegaban, por sus gestos, risa, ojos, color de piel, pantalones, cabello y hasta la forma de respirar. En pocas palabras, no tenía idea de en donde me estaba metiendo.
   Sin más me concentre en disfrutar y así fue baile un poco, reí, fume y siempre con una botella de cerveza en la mano, quien iba pensar que hasta la fecha esa imagen de mi sigue vigente. Sin embargo la Sra. Cerveza y yo no éramos muy amigos aún y ella sutil, fría y arrogante causo estragos en mí, dejándome ebrio de forma abrupta y termine mal, recostado sobre una mesa ignorando a todos.
Mis buenos amigos me trajeron un dogo (hot-dog) que me compraron fuera del antro para que disminuyera el efecto del alcohol en mi sangre, lo cual ya era tarde debido a que deje ir al primer ligue de mi vida en mi primera noche de antro, alguien de nombre Felipe quien confesó querer algo conmigo exactamente en el instante preciso que me encontraba devastado en la mesa. El agradecimiento más grande es a mi estómago porque ese día no vomite. #HeroeDeLaNoche
Contra todos los pronósticos y las apuestas mi primera noche en un “tuburio” fue tan decepcionante y amarga como un niño que se orina sobre su ropa cuando comienza a dejar el pañal, como un café con dos cucharadas de sal, como un sándwich de pollo cargado de ajo, jengibre y mostaza. Pero no todos los comienzos son buenos.
A pesar de todo lo sucedido no me rendí y seguí saliendo entregándome cada fin de semana a una nueva aventura cada vez más intensa y llena de emociones extremas donde el dinero no importa, ni el tiempo, ni las personas con las que estas compartiendo el espacio, lo más relevante es la experiencia sensorial.
 Continuaron las salidas privilegiando el Vida Café, lugar de reunión en esta ciudad donde tenía lugar la convivencia y los ligues a esa edad, ya que no necesitábamos identificación para el ingreso y sólo bebíamos literalmente café el cual hasta en ocasiones era descafeinado.
Ahí nos hicimos de un amplio círculo social al volvernos “populares” debido a nuestra vibra intensa y a que nuestros ojos estaban habidos de experiencias mostrando ganas intensas de vivir, lo cual nos fue concedido en pequeños trozos.

Empezamos conociendo a alguien en dicho lugar quien era toda una personalidad, su singularidad en la forma de hablar, expresarse y su estilo de vida conformaba toda una diva que se volvió de reconocido nombre en la ciudad por sus diversas acciones, él recibía el apodo de Ambar.

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