Capítulo 2
#ExperienciasSensoriales
Al terminar esta
corta historia de situaciones inesperadas, me apague más a Estefany y salimos
de manera más recurrente. Factor importante en esa etapa era Juan Carlos ya que
no congeniábamos demasiado después de lo que pasamos, y ella conservaba el
vínculo con él, por lo que me mantenía al límite entre ambos para evitar
problemas entre cualquiera de los tres. El destino nos sorprendió cuando él se
cambió de preparatoria y se alejó de nosotros, por lo que nos unimos más.
Todo se desarrolló
cuando la invite a un bar en donde encontrábamos alcohol a pesar de nuestros 17
años, eran momentos mágicos las primeras cervezas de manera ilegal rogando
porque no nos solicitarán identificación, cuando a la menor cantidad de bebidas
de cebada terminábamos con altos grados de ebriedad. Eran divertidas esas ganas
repentinas de reír sin explicación y sentirse tan bien de forma inesperada que
no podía decir que no a ellas en cada oportunidad que tuve de experimentarlas.
El alcohol sin duda
hace muchas cosas más llevaderas y abre puertas muy grandes entre las personas
cuando cada uno borra límites y destruye barreras exponiéndose tal y como es,
esperando obtener simplemente un buen par de oídos que sean capaces de digerir
palabras que expresan filosofía, razonamiento abstracto y sobre todo llanto
cuando las cosas no van como las esperábamos.
Así fue como cerveza,
tequila, vodka y yo nos conocimos. Nos tomamos de las manos en momentos llenos
de alegría en los que pasábamos noches y noches acompañados claro de la mejor
música electrónica en los lugares más “trendy” del momento (“Nice” para mis
tiempos), con las mejores amistades, comenzando a abrir una puerta que nunca me
imaginé que estaría llena de tantas sorpresas.
Aquel primer día
dentro de un antro, no fue tan perfecto, y mucho menos fue exitoso, ni si
quiera cumplió un poco con las expectativas que esperaba al respecto. Recuerdo
que era Diciembre y le comente a mi madre la posibilidad de que me permitiera
salir con mi amiga que ella ya conocía a uno de estos lugares extraños e
inhóspitos para mí. A mis 16 años ella accedió condicionándome la visita como
mi regalo de navidad de ese año.
Inmediatamente mis
ojos brillaron de emoción y felicidad por que ella había dado el sí sin
reproches, barreras o más comentarios al respecto siendo solo uno el que recibí
y el más importante “si a tus 16 años te dejan entrar por mi puedes ir no tengo
problema”.
Ese instante derrumbo
todo lo creado en mi mente ya que comencé a generar ideas sobre cómo sería
posible ingresar sin identificación. Más rápido que un hielo derritiéndose en
una bebida en medio de un antro lleno en la mano de alguien que baila sin
detenerse a las 12am, comente todo con Estefany e ideamos un plan al cual mi
mejor amigo de la primaria se adhirió por voluntad propia el cual llamamos
“pues vamos y si no entramos vemos que hacemos”. #GrandesIdeas
Nos dirigimos al
lugar de moda de la ciudad Angels Club ubicado en la zona epicentro de vida
nocturna en Guadalajara y llegamos preparados para todo. Hábiles cual gacelas,
perceptivos cual lechuzas y sabios como búhos cazamos el momento ideal, ese
instante cuando “el de la entrada” que ahora se conoce como “cadenero” se movía
de su puesto.
Entonces se dio el
momento en que el ingreso estaba libre sin nadie custodiándolo y como todos
unos amigos ejemplares enviamos al más inocente como carnada, ese fue Cristóbal
mi amigo de la primaria que mencionaba con anterioridad. Mientras tanto
nosotros esperamos escondidos detrás de los matorrales y los autos para que “no
nos ubicaran”. Casi era seguro su fracaso, pero fue portentosa la sorpresa
cuando descubrimos que logro el ingreso y traía ese preciado sello en su muñeca
que le permitía entrar y salir del lugar a su deseo.
Ni tardos, ni
perezosos corrimos a pagar “el cover” y a que nos colocaran de igual manera el
sello, operación la cual resulto exitosa y pudimos pasar. En ese momento me
sentí realizado, vi como las luces se movían de un lado a otro, el sonido de la
música, todos bailaban de forma genial y sentía que había sido algo
inimaginable.
Nunca sospeche que
años después esos tumultos me parecerían espantosos y que las gotitas de agua
que me caían no eran precisamente agua, al igual que la gente se categorizaba
en diversos estándares de acuerdo a su posición social, forma de bailar,
físico, forma de besar, de tener sexo, por la manera en que olían, por la forma
en que hablaban, por lo que tomaban, gracias al transporte en el que llegaban,
por sus gestos, risa, ojos, color de piel, pantalones, cabello y hasta la forma
de respirar. En pocas palabras, no tenía idea de en donde me estaba metiendo.
Sin
más me concentre en disfrutar y así fue baile un poco, reí, fume y siempre con
una botella de cerveza en la mano, quien iba pensar que hasta la fecha esa
imagen de mi sigue vigente. Sin embargo la Sra. Cerveza y yo no éramos muy
amigos aún y ella sutil, fría y arrogante causo estragos en mí, dejándome ebrio
de forma abrupta y termine mal, recostado sobre una mesa ignorando a todos.
Mis buenos amigos me
trajeron un dogo (hot-dog) que me compraron fuera del antro para que
disminuyera el efecto del alcohol en mi sangre, lo cual ya era tarde debido a
que deje ir al primer ligue de mi vida en mi primera noche de antro, alguien de
nombre Felipe quien confesó querer algo conmigo exactamente en el instante
preciso que me encontraba devastado en la mesa. El agradecimiento más grande es
a mi estómago porque ese día no vomite. #HeroeDeLaNoche
Contra todos los
pronósticos y las apuestas mi primera noche en un “tuburio” fue tan
decepcionante y amarga como un niño que se orina sobre su ropa cuando comienza
a dejar el pañal, como un café con dos cucharadas de sal, como un sándwich de
pollo cargado de ajo, jengibre y mostaza. Pero no todos los comienzos son
buenos.
A pesar de todo lo
sucedido no me rendí y seguí saliendo entregándome cada fin de semana a una
nueva aventura cada vez más intensa y llena de emociones extremas donde el
dinero no importa, ni el tiempo, ni las personas con las que estas compartiendo
el espacio, lo más relevante es la experiencia sensorial.
Continuaron las salidas privilegiando el Vida
Café, lugar de reunión en esta ciudad donde tenía lugar la convivencia y los
ligues a esa edad, ya que no necesitábamos identificación para el ingreso y
sólo bebíamos literalmente café el cual hasta en ocasiones era descafeinado.
Ahí nos hicimos de un
amplio círculo social al volvernos “populares” debido a nuestra vibra intensa y
a que nuestros ojos estaban habidos de experiencias mostrando ganas intensas de
vivir, lo cual nos fue concedido en pequeños trozos.
Empezamos conociendo
a alguien en dicho lugar quien era toda una personalidad, su singularidad en la
forma de hablar, expresarse y su estilo de vida conformaba toda una diva que se
volvió de reconocido nombre en la ciudad por sus diversas acciones, él recibía
el apodo de Ambar.
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