sábado, 7 de noviembre de 2015

#AmigaMía


Capítulo 4


#AmigaMía



Mientras tanto del otro lado del ocaso, Estefy se encontraba enganchada con una esperanza basada en una compañera, de igual manera de la preparatoria, a quién conocí por ella. Al principio para mí de personalidad excéntrica, gustos selectos pero siempre siendo ella. Un día al salir de la jornada estudiantil nos acompañó una parte del trayecto a casa y fue curioso como realizando una competencia simple sobre despegar folletos publicitarios de las puertas de las casas por las que íbamos pasando entendimos que había mucho en común entre nosotros.
Seguimos conviviendo al lado de su humor singular, compuesto principalmente por gritos, gestos y miradas. Era divertido estar a su lado. Ella y yo, pasamos una etapa en la que comenzamos a criticar personas sin razón alguna, siempre encontrando defectos, nunca una virtud, ropa, zapatos, cabello, todo entraba bajo nuestros filosos colmillos de víbora llenos de veneno esperando más víctimas. De hecho ni la propia Estefany se salvaba de nuestros congelantes cariños de reptil de sangre fría. Actualmente es la única persona con la que continuamos esta dulce tradición lo demás era una etapa en la que terminaba doblado de risa lo admito, me gustaba y lo disfrute demasiado, pero la vida es más que eso, sobre todo cuando el karma comienza a pasarte ese voucher en una bandeja para que firmes con lágrimas y humillación el ticket consecuente por las malas acciones del pasado.
Dentro de esta convivencia fue surgiendo ese sentimiento de parte de mi mejor amiga que poco a poco yo notaba más, sin embargo mantenía perfil bajo, esperando escuchar de sus dulces labios esa confesión relacionada al hecho, la cual pronto llego cargada de un gran argumento vigente y actual que todo gay que se respete llega a tener: “¿Crees que si sea?”.
Esa frase destroza vidas, almas y generaciones, visto estaba que los comportamientos de Silvia (la chava en cuestión) daban mucho a dudar, ya que no era lo bastante femenina pero tampoco carecía de instinto de damisela, era más bien un apartado de los perfiles que las mujeres con cotidianidad muestran, por lo cual no había mucho por donde tomar datos de referencia.
La encrucijada cada día se hacía mayor, yo no me atrevía a comentarle nada trataba de mantenerme en la línea fuera de ello con todas mis fuerzas, sin embargo eran mis amigas ambas y por lo tanto quería su felicidad, eso aunado a que a veces no calculó las dimensiones de mis actos, me llevo a confesarle a Silvia en un receso el amor de Estefany por ella.
Silvia quedo impactada, no sabía que decirme y sólo minoro el tema y continuamos el día de manera usual hasta que recibí un mensaje de texto de Estefany en el que me pedía le explicará cómo se enteró su dulce amor añorado de esa información. Hay un dicho que dice “no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan” en mi caso aplicaba aunque a mí ya me habían hecho algo referente a la confesión de verdades ajenas. Sin querer cometí el mismo error que tanto critique cuando a mí me sucedió.
No supe que responder, más termine confesando que fui yo el que le dije que era responsable de ello y cree el magnífico discurso basado en la amistad y en cómo me dolía verlas separadas, argumentando que harían una buena pareja y demás excedentes que me apoyaran con una gran tangente para escapar y obtener el perdón lo más rápido posible.
En los momentos de disgusto que tuvimos por esta situación siempre escuchaba la canción de Alejandro Sanz #AmigaMía, identificándome con ella por todo lo que veía a mi lado en esa etapa, la cual ahora me da risa, como muchas partes irónicas y sarcásticas del pasado.
Así entre flechazos, retracciones, ataques, cartas y ocasiones que estuve de cupido llevando mensajes, regalos, globos y más cosas entre una y otra tortilla, llegamos a un día clave en el que Estefany desesperada, una vez que la había visitado llevándole uno de esos “encargos de Silvia”, me acompaño a la parada del autobús en una avenida sumamente transitada cerca de su casa en donde de repente ante mis ojos se desplomo después de llevar varias horas de “Silviasesión” cayó en la desesperación y pánico porque ya no sabía si sería correspondida.
Yo como buen amigo me senté a su lado a un costado de la banqueta escuchándole y viéndole sacar sus lágrimas, fue entonces cuando realmente entendí que era algo más serio de lo que pensaba y decidí ayudarla, aunque no fue necesario ellas comenzaron su relación al poco tiempo, dándome la sorpresa de mi vida al ver como a veces las cosas por sí mismas toman el rumbo que deben hacerlo.
Permanecieron juntas varios años siendo un proceso lleno de experiencias que me toco compartir con ambas ya que eran mis mejores amigas, resaltando que dentro de lo lindo y soñado de ese tiempo también hubo nubes negras cuando me veía inmiscuido en comentarios de una situación ya que tenia versiones de ambas partes y en ocasiones terminaba confundido o preocupado, cosas que a pesar de no querer sobrepasarlas en algunas ocasiones terminé inmiscuyéndome creando a veces tensión.

Desafortunadamente esto no se sabe hasta que te involucras en un círculo de estas características y fue para mí valioso lo obtenido por qué conocí la manera más adecuada de establecer mis límites de forma sana y obtuve la pericia para convivir cuando las dos partes de una relación son valiosas para mí. #MeSalvéDelCaos

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